No me gusta la lluvia aunque reconozco que es necesaria porque a todos
nos gusta abrir el grifo y que salga agua y me encanta tener flores y
frutales...Pero cuando llueve la verdad es que me afecta bastante al
ánimo y estoy como más tristona y sin muchas ganas de hacer nada. Sin
embargo hay algo relacionado con la lluvia que me encanta, y es el olor a
tierra mojada.
El viernes llovió y ayer salió un día precioso, templado y soleado, así
que en cuanto levanté la persiana me entraron ganas de salir a
disfrutarlo...Así que dicho y hecho, un buen desayuno, una placentera
ducha, vaqueros, camiseta, adidas y lo más importante, mi compañera de
paseos, Kena.
Primero bajé hasta La bretxa a comprar un ramo de flores y luego subí al
cementerio. Puede sonar tétrico o incluso macabro, pero me gusta,
quizás sea porque me crié muy cerca y jugábamos en la plazoleta de
fuera...Así que pat¡ra mí siempre ha sido un sitio "normal". Y ahora
mismo me resulta tremendamente apaciguador. Pero me imagino que será
porque allí están personas que han sido importantes para mí y cuyo
recuerdo me resulta reconfortante, aunque doloroso. Allí están mis dos
abuelas, mi hermano, al que yo no conocí, mi abuelo materno y mi padre,
al que no hay día que no eche de menos, en el que no piense en él y con
el que no hable...Su pérdida es para mí lo peor que me ha pasado y
todavía después de cuatro laaaargos años no puedo hablar de él sin que
me llenen los ojos de lágrimas y se me haga un nudo en la garganta.
Me gusta pensar que su energía está conmigo y aunque no necesito visitar
su tumba para hablar con él, me tranquiliza subir de vez en cuando a
ver que todo está bien...Como iba con Kena no pude quedarme mucho, así
que dejé las flores y después de comprobar que todo estaba limpio y
cuidado, me fui.
Era aún temprano y el sol calentaba agradablemente así que se me ocurrió
que en lugar de ir ya a casa, acercarme hasta el Mirador de Ulía...
Por el camino olía a monte mojado y estaba todo el suelo lleno de hojas con el color típico del otoño...Un paisaje precioso...
Me paré un rato en el balcón que hay antes de llegar y saqué un par de
fotos de la playa de La Zurriola desde allí y luego ya subí hasta el
mirador. La vista es impresonante y si además apenas había movimiento
así que se oía el ruido ambiental, el aire, los pájaros, perros
ladrando...Todo eso acompañado del calorcito que para esas horas ya daba
el sol, hacía que el momento fuera muy muy relajante. Saqué otro par de
fotos, le mandé una a mi flaco y con las pilas y el ánimo recargados me
fuí para casa...
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