martes, 15 de septiembre de 2015

Una mañana de finales de otoño

No me gusta la lluvia aunque reconozco que es necesaria porque a todos nos gusta abrir el grifo y que salga agua y me encanta tener flores y frutales...Pero cuando llueve la verdad es que me afecta bastante al ánimo y estoy como más tristona y sin muchas ganas de hacer nada. Sin embargo hay algo relacionado con la lluvia que me encanta, y es el olor a tierra mojada.
El viernes llovió y ayer salió un día precioso, templado y soleado, así que en cuanto levanté la persiana me entraron ganas de salir a disfrutarlo...Así que dicho y hecho, un buen desayuno, una placentera ducha, vaqueros, camiseta, adidas y lo más importante, mi compañera de paseos, Kena.
Primero bajé hasta La bretxa a comprar un ramo de flores y luego subí al cementerio. Puede sonar tétrico o incluso macabro, pero me gusta, quizás sea porque me crié muy cerca y jugábamos en la plazoleta de fuera...Así que pat¡ra mí siempre ha sido un sitio "normal". Y ahora mismo me resulta tremendamente apaciguador. Pero me imagino que será porque allí están personas que han sido importantes para mí y cuyo recuerdo me resulta reconfortante, aunque doloroso.  Allí están mis dos abuelas, mi hermano, al que yo no conocí, mi abuelo materno y mi padre, al que no hay día que no eche de menos, en el que no piense en él y con el que no hable...Su pérdida es para mí lo peor que me ha pasado y todavía después de cuatro laaaargos años no puedo hablar de él sin que me llenen los ojos de lágrimas y se me haga un nudo en la garganta. 
Me gusta pensar que su energía está conmigo y aunque no necesito visitar su tumba para hablar con él, me tranquiliza subir de vez en cuando a ver que todo está bien...Como iba con Kena no pude quedarme mucho, así que dejé las flores y después de comprobar que todo estaba limpio y cuidado, me fui.
Era aún temprano y el sol calentaba agradablemente así que se me ocurrió que en lugar de ir ya a casa, acercarme hasta el Mirador de Ulía...
Por el camino olía a monte mojado y estaba todo el suelo lleno de hojas con el color típico del otoño...Un paisaje precioso...
Me paré un rato en el balcón que hay antes de llegar y saqué un par de fotos de la playa de La Zurriola desde allí y luego ya subí hasta el mirador. La vista es impresonante y si además apenas había movimiento así que se oía el ruido ambiental, el aire, los pájaros, perros ladrando...Todo eso acompañado del calorcito que para esas horas ya daba el sol, hacía que el momento fuera muy muy relajante. Saqué otro par de fotos, le mandé una a mi flaco y con las pilas y el ánimo recargados me fuí para casa...

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